miércoles, 13 de junio de 2007

De vuelta

Ya estoy en la madre patria. Stop. Llegué a Barajas el día 2. Stop. Madrid está precioso y mi familia genial. Stop. Medidas de mis hermanos: Carlos 1,80m y Carmen 1,72m. Stop. El domingo volví a Castellón. Stop. Mi nuevo barrio (El Grau) tiene un ambiente un tanto cubano. Stop. Mientras mi madre está en el colegio me dedico al bricolage. Stop. Proyecto anterior: pintar la habitación de verde. Stop. Proyecto actual: aplicar barniz de barco a las ventanas. Stop. Proyecto futuro: montar estanterías. Stop. El finde voy a Valencia. Stop. Besos a todos.

viernes, 1 de junio de 2007

Fiesta de despedida



Una imagen vale más que mil palabras (por cierto, la sangría salió buenísima).

Uniform day



El martes llegué a casa y me encontré un regalito esperándome en la cocina. Emmanuelle (en el centro de la foto) se había pasado por allí y me había traído una corbata con los colores del colegio (Monifieth High School) y una propuesta: ir vestidas de uniforme en nuestro último día de trabajo. Jutta (que también había recibido el mismo regalo) y yo aceptamos el reto. Nos presentamos cual Harry Potters en clase. Fue un día redondo: me cobraron la mitad en el autobús, mis alumnos tuvieron varios ataques de risa, repartimos caramelos y nos fuimos a comer por ahí con los profesores. Por la tarde fui al supermercado a comprar una botella de vino para celebrarlo y casi me detienen, ¡me había olvidado de cambiarme y pensaron que era menor de edad!

Paella marinera



Uno de los sueños de Christel (una mujer fantástica, mi mejor alumna) era comer una paella marinera en condiciones. Así que el otro día fui a su casa, en Montrose, y me puse manos a la obra. Christel había removido cielo y tierra para reunir los ingredientes, bastante escasos en Escocia (caldo de pescado, arroz redondo, mejillones, sepia... entre otros), pero cuando llegué estaba todo preparado, ¡incluso tenía un paellero! El resultado fue espectacular y pasamos un rato estupendo.

lunes, 21 de mayo de 2007

Mi querido sialolito


Parece ser que voy a tener que vivir con una piedra en la glándula salival submaxilar durante algún tiempo.

El jueves pasado fui, bueno, me arrastré hasta el ambulatorio perdida de fiebre y con media cara como un tonel. La médico (una chica de mi edad que seguro que está mal pagada) me dijo que era o bien una piedra o bien una muela del juicio que había salido rana. Cuando le dije que no podía ser la muela del juicio porque me la habían extraído, me dijo que de todas formas tenía una infección de caballo y debía tomar antibióticos.

El sábado ya no tenía fiebre, pero seguía con una jeta descomunal y un dolor indescriptible al comer, así que fui al hospital. El médico me metió la mano en la boca y palpó a diestro y siniestro hasta decirme que, como me había dicho la primera médico, se trataba de una piedra. Por supuesto, no me hizo ninguna prueba. Seguidamente me dijo que tenía que ver a un otorrino, así que si el lunes no estaba bien tenía que volver a mi médico para que me remitiese a uno. Total, que hoy vuelvo y la médico, que me dice "pues sí, va a resultar que al final sí que es una piedra". Esta vez me dice que vuelva dentro de unos días para pedir hora para que me remita al especialista, en el hospital, pero que tenga paciencia porque tendré que esperar al menos cinco semanas para hacerme un escáner y así salir de dudas sobre si es una piedra o no y ver si me la tienen que quitar.

Genial.
Viva el sistema sanitario británico, normal que vengan todos "casualmente" a operarse a España durante las vacaciones. Me alegro de volver dentro de 12 días, al menos sé que tengo esperanzas de no morir con un sialolito alojado en mi cuerpo.

domingo, 20 de mayo de 2007

Frank McCourt


Después de devorar ávidamente la novela Angela's Ashes (Las cenizas de Ángela) me pasé varios meses buscando por todas las librerías de Escocia la continuación, 'Tis (el título en español es Lo es). Al final, cuando ya me había dado por vencida, di con ella por casualidad en la Charity Shop de Barnados (una ONG que recauda dinero para ayudar a niños que cuidan a sus parientes enfermos).

Ya hablaré otro día de las Charity Shops y de por qué no funcionarían tan bien en España como lo hacen en el Reino Unido. En fin. El caso es que McCourt es una persona que me fascina. Como personaje histórico, es hijo de su tiempo: un chico de Limerick más pobre que una rata que no sólo contrajo el tifus e infecciones oculares, sino también el sueño americano. Como escritor me maravilla su honestidad y la manera que tiene de desnudarse ante el mundo, en el sentido literario de la palabra. Es un riesgo que ha decidido correr para que los demás podamos disfrutar de sus vivencias. ¡Gracias Frank!

Bienvenidos


Por fin me he decidido a empezar el blog, aprovechando el estado de convalecencia en que me encuentro.
La causa de todos mis males es un pequeño sialolito (un cuerpo inorgánico cristalino de fosfato de calcio, magnesio, carbonato y amonio, y una matriz orgánica de carbohidratos y aminoácidos) que me ha obstruido el canal de Wharton y me ha causado una infección en la glándula salival submaxilar derecha. Es decir, que tengo una piedra en la glándula salival, algo de lo que nunca antes había oído hablar.
Sólo tengo molestias cuando como, porque la glándula en cuestión se acuerda de su trabajo y empieza a fabricar saliva a todo gas, lo cual es bastante doloroso. Pero el problema no es ese. El verdadero problema es que me siento como el fantasma de la ópera. Mi cara es totalmente asimétrica: la parte izquierda es la de siempre, pero la derecha es un globo aerostático: la cara y el cuello forman un semicírculo perfecto y la oreja parece que vaya a echar a volar de un momento a otro. Es porque la saliva que no puede salir por su orificio normal se acumula y hace presión sobre todo lo que hay a su alrededor (incluida mi pobre oreja).
Que conste que he aprendido la lección. Cuando mi cara vuelva a su estado normal, NUNCA MÁS me sentiré acomplejada por detalles insignificantes (granos, arrugas u otras nimiedades), porque no es nada comparado con una glándula fastidiosa.